Rabino Oury Cherki

Bereshit - La Serpiente

Publicado en la página web de Centro Mundial Noájida. El artículo original en hebreo.




En la Parashat Bereshit hay un personaje especial, que desempeña un papel muy importante, y en ocasiones hay una tendencia a ignorarlo: La serpiente. ¿Cuál es la historia de esta personalidad especial capaz de cambiar el destino de toda la humanidad? Así está escrito en el capítulo 1 de Génesis (versículo 24): "Entonces dijo Dios: Produzca la tierra el Ser viviente (Nefesh Jaia) según su género, ganados, reptiles y bestias de la tierra según su género. Y fue así". De modo que, el Santo, bendito sea, pidió-exigió que la tierra produzca, es decir, que el mundo natural desarrolle cuatro tipos de criaturas:

El primero es el "Nefesh Jaia (Ser-alma viviente)", el segundo "ganado", el tercero "reptiles" y el cuarto "bestias (animales) de la tierra". Pero vemos que en el momento de llevar a cabo esto, cuando la tierra paso a la fase de implementación (en el versículo 25), que el plan no fue llevado a cabo como se ordenó. Está escrito (Genesis 1,25): "E hizo Dios las bestias de la tierra según su género, y el ganado según su género, y todo lo que se arrastra sobre la tierra según su género". De las cuatro cosas, solo tres fueron ejecutadas, mientras que la primera "Nefesh Jaia" no fue revelada.

¿Quien es el "Ser-alma viviente" que Dios quería que apareciera solo desde la naturaleza? Aparentemente, este es el Hombre, como se dice en el Genesis, capítulo 2 del versículo 7: "Entonces el SEÑOR Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz el aliento de vida; y fue el hombre Nefesh Jaia (un ser viviente)".

Entonces, es así que había una expectativa de que la naturaleza pudiera dar a luz al hombre, y esto falló. La respuesta de Dios es (Genesis 1,26): "Y dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen…". El Ramban, Rav Moshe ben Najmanides, interpreta (ibid. 26) la palabra hagamos: "Yo y la tierra … haremos (juntos) al hombre". Si la tierra por sí sola no es capaz, entonces el hombre debe ser creado como fruto de la cooperación de dos factores: el superior y el inferior. De hecho, el hombre tiene una parte inferior llamada en la Torá llamada "Polvo de la tierra", y también una parte superior - que es la "parte Divina del cielo", llamada en la Torá "Aliento de vida… y fue el hombre un ser viviente" (Genesis 2:7). Vemos entonces que hay en el hombre dos enfoques que combaten entre ellos: un foco natural y un foco divino. ¿Cuál es este foco natural? Este es lo que llamamos en el idioma moderno "La razón o intelecto natural del hombre". A diferencia del foco divino, el cual es la parte superior del hombre, que le otorga a la persona la responsabilidad moral y por ende la capacidad de sobreponerse y superar la naturaleza.

¿Quién es la persona sin esta parte superior? El hombre sin esa parte superior es la persona natural conocida en la Torá como: "La serpiente".

Esta escrito: "Y la serpiente era más astuta (Arum) que cualquiera de los animales del campo…" (Ibid 3:1) - Arum - significa en hebreo desnudo y también astuto, como dice Onkelos el exegeta: "La serpiente es inteligente, el hombre es inteligente", indicando que el hombre, con toda la habilidad de su inteligencia, con su capacidad tecnológica y artística, con todo esto pero sin responsabilidad ni determinación moral, sigue siendo como La serpiente, no un ser humano.

Si es así, ¿cuál es entonces la seducción de la serpiente? Es muy tentador pensar, y existen tales opiniones, que el hombre no es más que un animal sofisticado, y hay realmente una base para esto, ya que vemos que los factores que constituyen al hombre, y quienes lo traen a la realidad del mundo, son naturales, y no factores sobrenaturales. Así que es fácil decir que el hombre no es más que un animal muy desarrollado y sofisticado, y entonces así le quitamos al hombre el componente moral de su personalidad. Posiblemente es esta la esencial lucha entre el hombre y la serpiente, que es, por supuesto, una lucha interna dentro del hombre mismo, entre la parte que se ve a sí misma como parte divina del cielo - y que por esto también toma responsabilidad moral por el mundo - en oposición a la parte intelectual natural, la razón del hombre, la cual no conoce la trascendencia - la separación de su alma que le permite trascender y elevarse por sobre la naturaleza y elegir entre el bien y el mal.

Así es que esta lucha no ha terminado hasta hoy en dia. A veces hay culturas que se ven a sí mismas como sujetas solo a la influencia de la naturaleza como el antiguo Egipto: "Novilla hermosa es Egipto... Se oye su sonido como el de una serpiente, pues el enemigo avanza como un ejército; con hachas, como leñadores, vienen contra ella" (Jeremías 46:20-22), y asi era la costumbre de los antiguos egipcios el colocar en la cabeza de sus reyes, por sobre la cien, una pequeña serpiente, en el lugar donde Israel coloca los Tefilín - simbolizado por formas cuadradas que representan la rectitud y la moral - en contraste con la forma curva y torcida de la serpiente. El pueblo de Israel es una cultura completamente diferente, sobre la cual esta escrito: "El no ha observado iniquidad en Jacob, ni ha visto malicia en Israel; Porque no hay serpiente en Jacob, ni hay adivinación en Israel..." (Numeros 23,21-23). Porque: "está en él el SEÑOR su Dios, y el júbilo de un rey está en él" (Ibid 21).