Rabino Oury Cherki
Ajarei Mot-Kedoshim - ¿Qué dirán las otras naciones? (Notas de la haftara)
Publicado en la página web de Centro Mundial Noájida. El artículo original en hebreo.
Di-s conduce al mundo y a todas las naciones del mundo de un modo universal.
Así como Él tomó su nación, Israel, de la esclavitud de Egipto hacia la libertad, de esta misma manera Él trae a las otras naciones hacia la luz. "¿No sois vosotros para mí como hijos de Etiopía, oh hijos de Israel? - declara el SEÑOR. ¿No hice yo subir a Israel de la tierra de Egipto y a los filisteos de Caftor y a los arameos de Kir?" [Amos 9:7]. Sin embargo, mientras que la historia de las otras naciones tiene fin, a la nación de Israel se le ha prometido que, incluso si va a ser severamente castigada por sus pecados nunca dejará de existir: "Sin embargo, nunca destruiré la casa de Jacob" [ídem 9:8]. Este enfoque diferente para Israel y las demás naciones no es el resultado de la apatía hacia el destino de las otras naciones, como puede verse en lo dicho sobre la misión de Abraham, nuestro patriarca: "Y todas las familias del mundo serán bendecidas a través de ti" [Génesis 12:3]. Todo lo contrario - el carácter eterno de los hijos de Israel sirve a toda la humanidad, dado que en la nación de Israel se conserva una memoria de todas las otras culturas de la humanidad. De forma que siguen existiendo por toda la eternidad a través de la impresión de que han dejado en la memoria colectiva de Israel, la nación de la eternidad.
Como ejemplo, vemos los restos de vida del antiguo Egipto, que consisten en la profunda marca que este país dejó en la formación de la identidad de Israel. Y la nación de Israel paga un alto precio por este papel, el de añadir un elemento tras otro a su carácter, para llenarlo - a veces incluso en contra de su voluntad - hacia el cumplimiento del plan divino del retorno a Tzión, como se describe en la final de Hafatarah de esta semana (parashat Kedoshim, según la costumbre de Ashkenaz) - [Amós 9:15].
La Haftará que es leída por los sefardíes, explica la razón del interés divino, en mantener la promesa del carácter eterno de la nación de Israel - diciendo que es "Por mi nombre" todo lo que Israel debe pasar [Ezequiel 20:9,14]. La dispersión de Israel y su exilio es una profanación del nombre de Di-s, y por lo tanto es necesario redimirlos, incluso si no han corregido todas sus acciones.
El criterio principal para el avance de la historia es la santificación del nombre de Di-s. En su libro "Daat U’Tevunot", el Ramjal (Rabí Moshé Jaím Luzzato) explica que esto implica una combinación de dos tipos de conducción: Para mostrar "la unicidad de Di-s", que es el principio fundamental, a la cual se agrega otra conducción que es para mostrar "la justicia".
Y esto nos lleva a un dilema moral: ¿Cómo puede ser que, con respecto al evento más importante de toda la historia, la redención del mundo, la existencia o no de las buenas acciones no tiene ningún efecto en absoluto? Esta tensión entre la inevitabilidad de la redención y decisiones arbitrarias hechas por el hombre es lo que hace que sea necesario para la nación de Israel el observar todas las Mitzvot (preceptos) en detalle, con el fin de evitar la creación de una disonancia entre la necesidad de justicia (que aparece en el pacto en la porción de la Torá de BeJukotai) y los valores de la senda de la unificación ("la unicidad de Di-s"), que insiste en que Di-s siempre está trabajando para glorificar su nombre, por encima de todo, sin importar en detalle lo que está sucediendo. Y es por eso que la Haftará termina con la demanda inflexible del Santo, Bendito sea Él: "Yo soy tu Di-s. Sigue mis leyes y mantén mis acciones justas, realízalas, y santificarás mi Shabat para que sea un símbolo entre mí y vosotros, para saber que yo soy tu Di-s" [Ezequiel 20:19-20].