Rabino Oury Cherki

Miketz - Sueños

Publicado en la página web de Centro Mundial Noájida. El artículo original en hebreo.




Le tomó dos años al Faraón hasta que tuvo un sueño. Del libro de Génesis, que está tan lleno de sueños, entendemos claramente que los sueños en la Torá no son simples visiones nocturnas, sino que tienen los rasgos de la profecía. Aparecen dentro de la familia de los hebreos como una habilidad única que puede aun así también, transferirse a otras personas que están cerca de ellos. Abimelej tuvo un sueño cuando Abraham y Sara estuvieron en su reino. Josef, el soñador por excelencia, hace soñar a las personas que se encuentran en prisión bajo su tutela. Y cuando uno de ellos, el Ministro de la bebidas reales, se muda a la casa del Faraón, el también tiene un sueño. La interpretación del sueño de Faraón es tan simple que es difícil entender por qué los sabios y los hechiceros de Egipto no podían explicarlo, tanto es así de sorprendente, que cuando Yosef dio la explicación del sueño le dijeron: "Después Di-s te ha dicho todo esto, nadie es más inteligente y más sabio que tú" [Génesis 41:39]. Si es que cualquiera podría haberlo hecho en lugar de Josef! Hasta  se puede esperar que un niño entienda que el hecho de que: "las vacas son gordas y los cultivos rellenos al principio y luego son flacas y  estos delgados" significa, sin ser un gran entendedor, que al principio habrá mucha comida y que esto será seguido por la falta de comida.

(La idea de que siete se refiere a una cantidad de años, se relaciona con el hecho de que la misma palabra se usa para "vaca" y "año" en el idioma egipcio).

La respuesta a esta pregunta es que, si nos ponemos en lugar de la mentalidad del antiguo Egipto, podemos ver por qué no pudieron entender el significado del sueño. Para que ocurriera una hambruna en Egipto, era necesario que el río Nilo se secara, y dejase de cumplir con su tarea normal, algo que era impensable, y no podía ser parte del marco del pensamiento Egipcio,  ya que el Nilo era una deidad a sus ojos. Los dioses en Egipto fueron siempre las fuerzas naturales, con las cuales se mantenía una relación de manera profundamente religiosa. Esto quiere decir que en esta cultura las fuerzas naturales y todo lo relacionado con las leyes y el determinismo natural se convirtieron en valores absolutos. Egipto era una "Casa de esclavos mental" en todo modo que se lo piense, NADA en la tierra podría cambiar alguna vez. Todos eran esclavos: los esclavos pertenecían a sus dueños, estos dueños eran esclavos del Faraón, El Faraón era un esclavo de los dioses, y los dioses eran esclavos de la naturaleza. Cualquier pensamiento de cambio era heterodoxo, imposible y simplemente incomprensible

¿Cómo, entonces, pudo el Faraón soñar con un cambio?

Es porque estaba en camino de convertirse en hebreo. Es por eso que fue capaz de desviarse de la ideología que le impuso la cultura egipcia y se le presentó la oportunidad única de traer la influencia de la familia de Abraham, el hebreo, en medio de ella. El Faraón era sensible al lenguaje de Josef, y por lo tanto lo puso en la cima de la pirámide del imperio de Egipto (un juego de palabras, pero tal así como se escribe, así ocurrió).

Esta singular oportunidad de cooperación entre la cultura hebrea y la cultura general (representada por Egipto, que era la cúspide de la cultura del mundo entero en esa época) llevó a Yosef a pensar que él podría traer a los hijos de Raquel a Egipto y tomar a Benjamín como compañero, separándose así ellos mismos de los hijos de Lea. Esa es la explicación de lo ocurrido con la copa de Josef (ver lo sucedido en la sección de la Torá) , en la cual intentó separar por completo a Benjamín de sus hermanos para que acepten dejarlo en Egipto como esclavo. Pero esto tuvo lugar antes de que Josef entendiera que realmente sus esfuerzos estaban siendo conducidos por la providencia, para completar el proceso de arrepentimiento de sus hermanos. Al final, esto llevaría a que Judá muestre su disposición a sacrificarse el mismo por Benjamín y mostrar así, el gran principio de la responsabilidad mutua entre los hijos de Israel (Jacob), evitando de este modo una división dentro de la nación.