Rabino Oury Cherki
Zot Habraja - Y allí no pasarás
Publicado en la página web de Centro Mundial Noájida. El artículo original en hebreo.
El final del rollo de la Torá nos deja intrigados, a la espera. Moshe muere, sin ser parte de la culminación del gran plan de "Tikun Olam", con el establecimiento del Reino hebreo en la Tierra de Israel y la construcción del Sagrado Templo. La frustración es muy grande, y todas las alternativas no alcanzan para sanar la ruptura que se percibe en la nación. Josué no tiene la estatura de Moisés, cuyo rostro no es "como el rostro del Sol", sino "como la cara de la Luna" (Talmud, Tratado de Baba Batra, 1:1). El sentido de la oportunidad histórica perdida, la posibilidad de que los días de Moises fueran también la era mesiánica se repite en varios eventos históricos, tales como: El posponer la construcción del Templo del reinado de David al de Salomón, La caída de Josías en Megido, La muerte prematura del Ariza"l, el Ramja"l, el Rav Kook, y muchos otros. Parece que hay un patrón fijo de Providencia, la cual invita a veces la posibilidad de la redención, acompañada luego de una postergación, para un tiempo futuro.
Es posible que esto esté relacionado con la deficiencia inherente que inevitablemente acompaña a cualquier gran líder cuya elevación (gran tamaño) eclipsa a otras fuerzas, más pequeñas que él, cuyas apariencias son requeridas su para completar el personaje del líder. Si Moises hubiera completado todo por la fuerza, cierto que la Torá habría sido perfecta: "Si no hubiera sido por los pecados de Israel, se les hubiera entregado a ellos los cinco libros de la Torá y el libro de Josué" (Talmud, Tratado de Nedarim 22:2), y la Torá incluiría seis libros (en lugar de cinco), cuando en el sexto se revelaría la santidad de la naturaleza, que es la santidad de la Tierra de Israel. Pero esto hubiera sido también la cancelación de cualquier fuerza fuera del dominio del líder, y esto indicaría que algo falta en el conjunto, en la formación de la estructura de la nación. Esta deficiencia ya había aparecido en forma muy sutil, como una delgada inclinación, en el momento que Moises golpeó la roca (en el acontecimiento conocido como: "las aguas de la disputa", donde Moises quiso forzar a la realidad a estar bajo su mando personal, a través de su bastón (con el que realizo los milagros en Egipto). De ahí la deficiencia del rigor extra, que a veces acompaña a los líderes de la Torá, el cual será corregido al final de los días (ver el libro: Orot Hakodesh 4, pag.522, Rav Kook).
De ahí la naturaleza áspera de la descripción de las últimas palabras que Moisés recibió de Dios: "Esta es la tierra que juré dar a Abraham, a Isaac y a Jacob, diciendo: "Yo la daré a tu descendencia. Te he permitido verla con tus ojos, pero no pasarás a ella. Y allí murió Moisés, siervo del SEÑOR, en la tierra de Moab, conforme a la palabra del SEÑOR" (Deuteronomio 34:4-5). La Torá se queda incompleta, el esfuerzo y vocación de las generaciones futuras, después de Moisés hasta el día de hoy, es plasmar todas las grandes ideas ocultas en las profundidades de la Torá de Moisés y sacarlas a la luz, a pesar del carácter sombrío de estas últimas palabras de la Torá desde su perspectiva externa.
Nuestra generación tiene un valor especial, al encontrarse en la encrucijada de las decisiones que pueden completar la tarea de reparar el mundo y restaurar el alma de Moshe Rabeinu en el mundo.
Esta tarea comenzó, por la gracia de Di-s, al establecer el Estado de Israel, la reunión de los exiliados de las diferentes diásporas, la intensificación del estudio de la Torá en una medida que no hemos sabido por muchas generaciones, el asentamiento en todas las partes del país y la renovación cultural y espiritual, que conducirá al "Tikun Olam", la corrección de toda la humanidad para conocer a Dios.